A consecuencia de esto, los movimientos que tenemos a la hora de estornudar son involuntarios, tal como demostramos al encogernos de hombros, tirar hacia delante o cerrar los ojos, todos movimientos imprescindibles, ya que si estornudamos con los ojos abiertos hay una gran posibilidad de que éstos salgan de su órbita si no se cierran debido a la gran fuerza pulmonar y la velocidad con la que expulsamos muchos de los residuos nasales.
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