Internet es una herramienta esencial en nuestro tiempo. Pero también está llena de cosas horribles. Un subcontratado de Google pasó un año revisando los contenidos más infernales de la web. Al cabo de este tiempo, la compañía no le hizo empleado regular.
En la web hay multitud de contenidos infames e ilegales. Las empresas están obligadas a eliminar estos contenidos en 24 horas y dar parte a las autoridades. Pero el trabajo es tan odioso que nadie en Google quiere hacerlo.
De modo que utilizan los servicios de empresas subcontratadas. Como el caso de un empleado que tuvo que ver escenas repugnantes durante un año entero. A razón de 15.000 diarias.
Lo que en principio era un trabajo como otro cualquiera acabó convirtiéndose en una pesadilla. Según pasaban los meses su mente fue desequilibrándose. Decapitaciones, pornografía infantil, suicidios y todo tipo de asqueroso material pasó por sus manos minando su psique.
El empleado pasó una revisión rutinaria que le recomendó acudir a sesiones de psicoterapia.
Cuando lo presentaban fotos normales, todo le parecía obsceno. Una imagen simple de un padre y un hijo le parecía el comienzo de una relación pedófila. De modo que Google le proporcionó unas sesiones iniciales de terapia y le sugirió que las siguiera por su cuenta.
En la web hay multitud de contenidos infames e ilegales. Las empresas están obligadas a eliminar estos contenidos en 24 horas y dar parte a las autoridades. Pero el trabajo es tan odioso que nadie en Google quiere hacerlo.
De modo que utilizan los servicios de empresas subcontratadas. Como el caso de un empleado que tuvo que ver escenas repugnantes durante un año entero. A razón de 15.000 diarias.
Lo que en principio era un trabajo como otro cualquiera acabó convirtiéndose en una pesadilla. Según pasaban los meses su mente fue desequilibrándose. Decapitaciones, pornografía infantil, suicidios y todo tipo de asqueroso material pasó por sus manos minando su psique.
El empleado pasó una revisión rutinaria que le recomendó acudir a sesiones de psicoterapia.
Cuando lo presentaban fotos normales, todo le parecía obsceno. Una imagen simple de un padre y un hijo le parecía el comienzo de una relación pedófila. De modo que Google le proporcionó unas sesiones iniciales de terapia y le sugirió que las siguiera por su cuenta.
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